miércoles, 5 de septiembre de 2018

Un año redescubriendo México

(Foto de @mafafasmusguitos)
Hoy cumplimos un año de existir. Podría parecer poco pero en realidad nunca deja de asombrarnos lo mucho que hemos descubierto acerca de nuestro hermoso país. ¿Por qué hacemos esto? Podría parecer trivial hacernos esa pregunta, pero en realidad ¿cuál es nuestro motivo? 

Para ayudarnos a responder esta interrogante usaremos un pequeño fragmento del discurso que dió el escritor peruano Mario Vargas Llosa al recibir el Premio Nobel en el año 2010. En él, el escritor habla sobre uno de los males más dañinos de la humanidad: el nacionalismo, al que define como una ideología excluyente que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo la circunstancia de haber nacido en determinado país. 

En el mismo discurso Mario diferencia el nacionalismo del patriotismo, al que define de una manera poética como un "sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver".

En Mafafas Musguitos hemos buscado exactamente contagiar un sentimiento patriota ya que, aunque nos duela admitirlo, la mayoría de los mexicanos por la costumbre o la rutina damos por sentado lo que tenemos alrededor y a veces ni intentamos investigar sobre lo que acontece en nuestro país; no somos plenamente conscientes de que lo que hay a nuestro alrededor son cosas que solamente existen en México y que son propias de nuestro inigualable país. 

De ello se mofa el escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia en su compilado de escritos titulado Instrucciones para vivir en México: la mayoría de mexicanos ubica más a intelectuales, artistas y héroes nacionales por sus rasgos físicos que por sus obras o acciones. Y no está nada alejado de la realidad, muchos identifican más a Benito Juárez por su peinado o por estar en los billetes que por las Leyes de Reforma; o a Frida Kahlo por la uniceja, vestimenta o por la fama internacional sin intentar comprender su obra. 

Cuando un mexicano quiere viajar, anhela ir a Europa y conocer París y Londres o –si es más aventurado– Egipto o Japón. Busca devorar otros países: visitar el Museo de Louvre, el Taj Mahal o Machu Picchu; conocer otras culturas; escuchar música o arte de otros países, etc. Ahora bien, no estamos diciendo que lo anterior esté mal; al contrario, en gustos se rompen géneros y vale la pena estar abiertos a todo y existen cosas magníficas en todo el mundo. Claro que sí.  Pero ¿qué pasaría si algún día nos propusiéramos guiar a un extranjero en nuestro país? En ese momento nos surgiría la duda de si realmente conocemos nuestro país.

En este año hemos descubierto muchas cosas que nos imaginábamos siquiera respecto a nuestro país. Geográficamente descubrimos que algunos de los estados más pequeños del país –como Colima o Guanajuato–  pueden ofrecer espectaculares vistas y enriquecernos culturalmente, maravillarnos con su historia y con todo lo que albergan y, por supuesto, deleitarnos culinariamente. En arte, encontramos que Frida Kahlo no es solamente una moda internacional, sino que su pintura refleja un sufrimiento tan profundo que solamente ella podía retratar; pero también que existe una María Izquierdo que nadie conoce y cuya pintura es un símbolo de la mujer y de la tradición mexicana con su propio sello de belleza igualmente hermoso. 

Sí, todos sabemos que hay tres directores mexicanos triunfando en el cine internacional (por supuesto hablamos de Cuarón, Iñárritu y del Toro) y aún así no hemos visto sus películas o las criticamos sin saber qué hay detrás de ellas o creemos que porque “como son mexicanos, ¿qué van a ofrecer?, son un fraude y están sobrevalorados”, ¿de verdad? También sabemos de oídas y charlas de nuestros padres o abuelos que existió una época dorada del cine mexicano, tal vez hemos visto alguna película de Cantinflas o Pedro Infante, pero ¿qué más? Pues más allá están las joyas de filmes que hizo, por ejemplo Luis Buñuel o el Indio Fernández, director que dirigió las primeras películas mexicanas en ser reconocidas a nivel mundial por la variedad de temas y perspectivas y por la calidad que ofrecían.

También en la literatura nos asombramos con escritores que para muchos extranjeros son parte de las letras indispensables de la historia, escritores tan patriotas y a la vez tan cosmopolitas que ganaron premios de gran categoría mundial en las letras como Carlos Fuentes y Octavio Paz; tenemos un Juan Rulfo que inspiró a Gabriel García Márquez y que hizo que el escritor chino Mo Yan –ganador del Nobel en 2012– quisiera aprender español solo para leer Pedro Páramo en su idioma original. Igualmente, nos dimos la oportunidad de leer a otros autores menos conocidos pero de una calidad increíble como Sergio Pitol y José Emilio Pacheco, quienes junto con Fernando del Paso son ganadores del premio Cervantes –el más altos reconocimiento de la literatura en lengua hispana–. Y también hay importantísimas escritoras mexicanas como Rosario Castellanos, Elena Poniatowska, Elena Garro, Laura Esquivel, Sor Juana Inés de la Cruz, etc. 

En realidad, en un año hemos tenido la grandiosa oportunidad de reencontrarnos con algunos autores y descubrir a muchos otros que no solamente son excelentes autores que ofrecen panoramas variados e infinitamente enriquecedores, sino que son escritores del calibre de los internacionales que decimos adorar y que escribieron obras que en verdad podrían convertirse en nuestro libro favorito si les diéramos la oportunidad. Y justo buscamos eso: que ustedes les den una oportunidad, que conozcan su país, su cultura, pero sobre todo que se conozcan más a ustedes mismos. 

No buscamos hacer un nacionalismo que proponga a México como el mejor país, porque a vista de todos está que nuestra nación tiene muchísimos defectos, pero a veces como mexicanos solo nos concentramos más en lo malo. Lo que hemos intentado hacer todo el año, y lo que vamos a seguir intentando, es rescatar lo que hay a nuestro alrededor para que todos podamos conocerlo y no solamente decir que estamos orgullosos, sino comprenderlo de verdad, ser parte de ello y compartir su belleza con el mundo entero. 

¡Muchas gracias por ser parte de este proyecto! No olvides apoyarnos, para que más gente pueda formar parte, entender, disfrutar y compartir la maravilla de ser mexicano.

miércoles, 11 de abril de 2018

María Izquierdo y los reflejos de la libertad

Autorretrato (1947)

Cuando uno piensa en las grandes pintoras mexicanas, inmediatamente viene a la mente Frida Kahlo. No hay de otra. Es lo primero que pensamos o, mejor dicho, quizás lo único que conocemos. El día de hoy los invito a ampliar esta visión y descubrir con nosotros a otra gran pintora mexicana: María Izquierdo.

Su vida
María Cenobia Izquierdo Gutiérrez nació en San Juan de los Lagos (Jalisco) cinco años antes que Frida Kahlo el 30 de octubre 1902 o 1906  –las versiones varían– y, en realidad, llegó a tener en vida la misma fama que su contemporánea. ¿Por qué entonces su obra es casi desconocida? ¿Qué tiene María de relevante o especial? Conviene analizar un poco de su vida para comenzar a dar respuesta a estas preguntas y poder apreciar su obra y su impacto.
El padre de María murió cuando ella tenía 5 años y quedó al cuidado de sus abuelos hasta que su madre se casó con un militar. Su familia la forza a casarse a los 15 años con un militar llamado Cándido Posadas con quien tuvo tres hijos. La familia Posadas Izquierdo se mudó en 1923 a la capital del país y el panorama de María cambió por completo. En la nueva ciudad cosmopolita pronto vio que tenía otras posibilidades por lo que se divorció e ingresó en 1927 a la Academia de San Carlos donde sucedieron esencialmente dos cosas interesantes: En primer lugar, fue alumna de grandes maestros respetados en aquel momento como Antonio Caso –quien le enseñaba Historia del Arte–, Manuel Toussaint, Germán Gedovius y Rufino Tamayo; en segundo lugar, comprobó que el régimen de dicha escuela era demasiado estricto para ella, pues consideraba que ninguna corriente artística podía tener la razón absoluta, y decidió abandonarla luego de un año e ingresar a la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) en su lugar.

Muy pronto, María Izquierdo se volvió una artista de respeto y reconocimiento. Su primera exhibición de pinturas se llevó a cabo en una galería de arte del Palacio de Bellas Artes (CDMX) en 1929 y el mismísimo Diego Rivera –quien era el director de la ENBA en ese entonces– escribió la introducción al catálogo de la exhibición y destacó que Izquierdo era pictóricamente una de las personalidades más atractivas de la época y de lo mejor que había en el ámbito artístico de la academia.

María Izquierdo y Frida Kahlo
Al año siguiente en el Art Center de Nueva York (Estados Unidos), se llevó a cabo la primera exposición individual de una pintora mexicana fuera de México con 14 óleos de la artista jalisciense. Exacto: la primera pintora mexicana que se dio a conocer en el extranjero fue nada menos que María Izquierdo –no Frida, como muchos pudimos haber pensado antes–. Es una lástima que a Izquierdo la conozcan como “la otra Frida” pues parece que, además de que triunfó primero internacionalmente, su propuesta es distinta como podremos ver.


Rufino Tamayo
En el ámbito personal, la relación que estableció con Tamayo como alumna-profesor en San Carlos había tomado otro curso a partir de 1929. No sólo Frida y Diego fueron la pareja de pintores del momento, sino que Izquierdo y Tamayo vivieron juntos y mantuvieron una relación que, además, les permitió colaborar, complementar y perfeccionar sus estilos, experimentar con las vanguardias europeas que estaban en boga y seguir desarrollando su arte que, por supuesto, adquirió maices similares durante esa época. En 1933, Rufino abandonó a María por la pianista Olga Flores Rivas.

Un poco devastada –como podremos ver más adelante–, María tuvo después una relación con un pintor chileno: Raúl Uribe Castillo quien fue el principal promotor de su obra. Pero pronto se divorció del sudamericano por sus infidelidades y alcoholismo. Sin embargo, la carrera artística de María seguía hasta cierto punto viento en popa, hubo exhibiciones en París, Tokio, la India, Chile, Perú y Centroamérica e incluso fue contratada en 1945 para pintar un mural en el departamento del Distrito Federal que representaría la historia de la ciudad. Pero cuando ella ya se encontraba trabajando en ello, el mural se canceló “por cuestiones técnicas” que, en realidad, parece haber sido una reunión de los muralistas David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Diego Rivera con el entonces gobernador Javier Rojo Gómez, donde los artistas argumentaron que una mujer no iba a poder sacar a flote el proyecto. Indignada, María denunció el hecho pero –tal vez por culpa también de la época– fue ignorada e incluso atacada.

En 1948 las enfermedades cerebrovasculares la invadieron y la mitad de su cuerpo quedó paralizado. Esto no le impidió seguir pintando –aunque existe la versión de que desde dicho episodio, los cuadros no eran suyos sino que solamente firmaba– hasta el día de su muerte el 2 de diciembre de 1955.

Su realidad
Es sencillo mirar la obra de cualquier artista y decir –bajo nuestro juicio– si nos parece bonita o fea; pocas veces nos percatamos de que nuestro juicio no alcanza a ver la esencia de las cosas y nos permitimos abrirnos a comprenderlas de otro modo.

Retrato de Belem (1929, Colección Blaisten)
Por ejemplo, el arte naif es una corriente artística que es ingenua y espontánea debido a los colores brillantes y los contrastes que emplea, la falta de rigurosidad técnica y perspectivas desalineadas captadas por mera intuición. En muchas de sus obras, María podría pertenecer a esta corriente. Ella no hacía bocetos, sino que se dirigía directamente al lienzo a plasmar lo que venía de su interior. Sus pinturas carecen muchas veces de coherencia y perspectiva –como en unos de sus primeros cuadros: Retrato de Belem en 1929– pero tal vez en esa “ingenuidad” radica su grandeza.

María comienza pintando lo que le es cercano y forma parte de su día a día: paisajes, naturalezas muertas, alacenas y elementos del hogar e incluso retratos. Otro elemento constante en su obra es el caballo pues se dice que cuando era niña, vio un caballo desbocado en una feria y eso la impactó tanto que el caballo es recurrente en su obra como símbolo de libertad.

Cuando María se muda a la capital, su entorno cambia y con él, su obra. Una vez inmersa en el ambiente citadino, la invade el nacionalismo posrevolucionario –cuyos máximos exponentes son los muralistas– pero, al mismo tiempo, comprende que la situación de la mujer en aquella época era difícil porque era oprimida por la supuesta superioridad masculina. ¡Y peor aún luego de su rompimiento con Tamayo y cuando los tres grandes muralistas le hacen perder la oportunidad de plasmar su obra! En esta nueva etapa, el arte de Izquierdo está llena de reclamos, muestras de opresión, cuestionamientos y, claro, la mujer se vuelve clave en ella.
Madre proletaria (1944)
Sin embargo, el reclamo que María Izquierdo hace no se limita a su subjetividad –como bien podría decirse que sí sucede con Kahlo, quien es una experta en retratar la pasión y el sufrimiento propios una y otra vez–, sino que revierte su individualidad para plasmar una realidad existencial de sus congéneres. Si bien sí realiza autorretratos, la mayor parte de su obra utiliza símbolos externos como el caballo, la mujer, árboles deshojados, etc. para externar su sentir ante la situación de la época y de la nación e incitar al espectador a ser parte de ella.
Un bonito y distintivo ejemplo son sus altares a la Virgen donde no representa a los fieles que admiran el altar, sino que solamente lo representa para que el que lo mira sea realmente el que está ante él. Asimismo, recupera elementos tradicionales de su cultura mexicana y hace alusiones al dia de muertos, a lo prehispánico y a las fiestas tradicionales.
Viernes de Dolores (1944-45, Colección Blaisten)
Una y otra vez, María Izquierdo retrato un reflejo de la realidad nacional; puesto que ella no es la única mujer rechazada, oprimida y abandonada cuyo único delito –como ella decía– era ser mujer y tener talento. Si bien el muralismo decía intentar reflejar a la mujer revolucionaria, madre cercana a la tierra y posibilidad de vida, María refleja su verdadera condición de un modo tan existencial como apasionado y abnegado que ha llevado a ver su figura como feminista por su lucha por la igualdad.

Cuando sufrió el ataque que la dejó convaleciente los últimos 7 años de su vida, María estuvo convencida y dijo en varias ocasiones que la pintura debía salir del alma, no de las manos; pasa por el cerebro y la emoción la derrama sobre el material. Lo sufrido individualmente, lo vivido en carne propia, lo proyecta hacia lo social y lo torna más emotivo y mucho más catártico para sus contemporáneos. Las mujeres podrían sentirse identificadas y los hombres, reaccionar.
Alegoría de la libertad (1937)
Al día siguiente de su muerte el 3 de diciembre de 1955, inmediatamente se vendieron todas sus obras. Nadie le guardó luto. Esto muestra que sus últimos años y, en general, su vida –debido a las constantes diferencias que tuvo con los que la rodearon– la condenaron a ser un espíritu solitario incluso abandonado. Un alma cuyo único desahogo era la pintura, que no necesitaba rigor académico para desplegar su intimidad, sus ideas, su propia realidad y la de su pueblo.

Octavio Paz expresó que María Izquierdo le parecía como una deidad prehispánica cuyas pinturas eran un ritual íntimo, que su obra estaba más hecha con el instinto que con la cabeza y por ello era espontánea, fascinante y la realidad más real. Con un legado de más de 400 obras, no cabe duda de que María Izquierdo fue en su tiempo un ícono de lucha y cuestionamiento frente a la realidad y de reivindicación de la mujer y la libertad; una persona auténtica apasionada que, sin separarse de sus raíces, logró llevar su sentir más allá, cuestionar su época y lanzar una propuesta propia que mostró que, contrario a lo que sus contemporáneos artistas pudieron haber pensado, la mujer sí podía ser una gran artista que reflejara libremente su propia situación y la realidad de su nación.
Foto de @MafafasMusguitos

Datos curiosos
*Se dice que Olga Flores, la esposa de Rufino Tamayo luego de que éste fuera el compañero de María, le prohibió al pintor –y a sus amigos– hablar de Izquierdo o siquiera mencionarla debido a los celos que le tenía por haber influenciado tanto a su marido.

*El poeta chileno Pablo Neruda fue admirador en vida de la pintura de Izquierdo, a quien conoció por su amistad con uno de los esposos de la mexicana, Raúl Uribe.

*El 30 de octubre de 2014, Google le dedicó el doodle del día –que muestra los elementos del primer cuadro de Izquierdo, Retrato de Belem– conmemorando su 112º aniversario.

*Una historiadora del arte estadounidense especializada en arte latinoamericano, Nancy Deffebach, publicó un libro que examina y compara las propuestas de izquierdo y Frida Kahlo frente a su época y el papel de la mujer.

*Los restos de la pintora descansas en la Rotonda de las personas ilustres del Panteón Dolores (CDMX), donde una estatua de piedra hace referencia al cuadro “El idilio” de la mexicana.
Fotografía de Milenio
*También, una estatua conmemora a la artista originaria de San Juan de los Lagos en la Rotonda de los Jalicienses Ilustres (Guadalajara).

*Actualmente (del 31 de enero al 5 de agosto del 2018), tres de sus obras pueden verse en la Colección del Museo de Arte Moderno en Chapultepec (CDMX) y el Museo Rufino Tamayo es hogar de otro de sus cuadros.

*La mayoría de los cuadros de la artista pertenecen a colecciones privadas. La Colección Andrés Blaisten alberga 34 de sus obras. En estas fechas, 26 de los cuadros se encuentran exhibidos en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara.

TOP imperdibles de María Izquierdo
7. Paisaje con piña (1953, Museo de Arte Moderno CDMX)
Un paisaje un tanto tétrico por los árboles talados y deshojados que denota abandono y sequía pero con colores brillantes que contrastan con dicha primera impresión. Una dualidad que hace que nos preguntemos qué hay detrás de los trazos de la pintora.
Foto de @MafafasMusguitos
6. Alegoría del trabajo (1936, Colección Blaisten)
Una mujer en pena sentada, unas piernas que salen de un objeto de astronomía que quizá representa el universo y columnas. ¿Es acaso una referencia a la opresión a la mujer y el intento del hombre por llevar el control a pesar de que todo se desmorone?

5. Zapata (1945, Colección Blaisten)
Unos caballo sobre una tumba que, por la inscripción, podría ser del mismísimo jefe revolucionario Emiliano Zapata. Los colores son impresionantes y se mantienen en una gama. Si los caballos representan libertad en la obra de Izquierdo, ¿qué muestran en este cuadro? Quizá la pérdida de su jefe que le daba sentido, o tal vez lo lloran para continuar viviendo y empezar una nueva vida sin él.

4. Sueño y presentimiento (1947)
Uno de los cuadros más surrealistas de Izquierdo muestra a sí misma con su propia cabeza degollada en la mano, un cuerpo que se va deshaciendo conforme se aleja, montes con cruces, naturaleza marchita y otras cabezas. Si bien, se trata de un sueño es también el presentimiento de algo más…

3. La soga (1947, Colección Blaisten)
Un camino, árboles marchitos, un caballo y una soga colgando. Las referencias a una potencial muerte que aguarda y a la libertad. Tal vez María habla de decisiones, capacidad de elección, individualidad y también desolación, abandono de la persona en el mundo… El hecho es que una vez más retrata con símbolos una realidad que podría ser entendida por todos.

2. La tierra (1945, Colección Blaisten)
Una mujer desnuda tapada únicamente con un rebozo blanco hincada sobre la tierra y con una expresión que no solamente muestra desesperación…


1. El idilio (1946, Colección Blaisten)
Una escena un tanto surrealista pero más apegada a algo real: unos amantes sentados en una fuente que, a su vez, está situada en medio de un bosque o parque marchito. Un cuadro que sin duda refleja las incertidumbres y emociones más profundas de izquierdo sobre la relación hombre-mujer, el ocultamiento de la persona ante el otro y la incapacidad de comprenderlo en su totalidad.

jueves, 22 de marzo de 2018

José Alfredo Jiménez y su mundo raro




"Yo compongo mis canciones
pa' que el pueblo me las cante,
y el día que el pueblo me falte,
ese día voy a llorar."

En el año 2016, el cantante y compositor Bob Dylan ganó el Premio Nobel de Literatura ya que la Academia Sueca consideró que este autor era digno de ganarlo “por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la tradición de la gran canción americana”. Este hecho disgustó y sorprendió a muchos, pero dejó satisfechos a otros quienes creen que el músico logró cambiar la forma de escribir poesía y de cómo transmitirla para llegarle a los jóvenes norteamericanos.


“Si nos dejan” podríamos alegar que con esta justificación también pudo haber merecido dicho magno premio un hombre que sigue siendo un importante pilar de la música mexicana, cuyas canciones son indispensables tanto en fiestas como en algunos sepelios. Sí, “el rey”, el portavoz de los sentimientos nacionales, el ícono de la música ranchera: el inigualable José Alfredo Jiménez.
José Alfredo a los 7 años (1933. Foto de Museo José Alfredo Jiménez)
Nació en 1926 en Dolores Hidalgo (Guanajuato); lugar de donde emergió la Independencia de México. Desde pequeño, José practicó diversos oficios: fue encargado de una tienda de abarrotes e incluso llegó a ser portero de fútbol de la primera división en los equipos Oviedo y Marte. Pero no fue hasta que, trabajando como mesero y cantante en el restaurante La sirena, lo escucha Andrés Huesca, quien asombrado por los talentos del muchacho como cantante y compositor lo invitó a grabar en la emisora XEX-AM la canción “Yo”, la cual lo catapultaría a la fama.

José Alfredo no tuvo una verdadera educación musical, no sabía tocar instrumentos ni sabía teoría músical debido a que pasó su juventud inmerso en diversos oficios, pero dicha falta teórica no fue ningún obstáculo para que pudiera componer más de 200 piezas musicales. De hecho, se cuenta que José Alfredo le silbaba las melodías a Rúben Fuentes para que este las arreglara con la finalidad de que el Mariachi Vargas de Tenochtitlán las pudiera interpretar posteriormente.
Sus composiciones trascendieron y se volvieron históricas no solo porque fueron bien recibidas por el público y por sus apariciones en filmes de la Época de Oro del cine mexicano; sino porque también fueron interpretadas por leyendas de la música mexicana como Pedro Infante, Jorge Negrete, Vicente Fernández, Lola Beltrán, Chavela Vargas, Juan Gabriel, Luis Miguel, entre muchísimos otros.
Jorge Negrete, Lola Beltrán, Pedro Infante, José Alfredo y Javier Solís
¿Qué hay en las letras de José Alfredo? 
Se dice que el autor se inspiró en sus propias vivencias para poder escribir sus canciones y es precisamente en sus propias letras que podemos ver reflejados dos de sus grandes vicios: la bebida y las mujeres. Muchas letras de su repertorio fueron dedicadas a mujeres a quienes quería conquistar; por ejemplo, la canción “Paloma querida” que escribió para  su primera esposa Paloma Gálvez, “Si nos dejan”  que se dice que le dedicó a la actriz Columba Domínguez y “Amanecí entre tus brazos” a Lucha Villa. También se cuenta que la única canción que escribió por encargo fue “Despacito” y que el que se la pidió fue su amigo, el mismísimo Pedro Infante para dedicársela a Irma Dorantes.

Ahora bien, si tuvieron oportunidad de leer nuestro escrito sobre Octavio Paz, habrán podido ver que desde el pensamiento de Octavio descubrimos que la cultura mexicana tiene cierto apego al masoquismo, ya que el mexicano le rinde una especie de culto al dolor al encarar temas fuertes como la miseria y la muerte. Con José Alfredo Jiménez esta premisa no pasa inadvertida. En sus letras podemos encontrar elogios a las derrotas amorosas y a los fracasos de las conquistas. En ellas, encontramos que la penas amorosas pueden ser superadas a través de una especie de proceso catártico que es auxiliado por la música y las bebidas alcohólicas; que el alcohol funciona como un sedante del alma que ayuda al individuo a lograr aceptar la desdicha que lo carcome. Ejemplo claro son las canciones “Tu recuerdo y yo” y “Ella”.

No queda duda alguna de que las letras de José Alfredo están involucradas en la educación sentimental de una nación y que forman parte de la vida cultural, psicológica y afectiva de un país. Su composición lírica y musical ha trascendido generaciones y clases sociales y, así, se ha instalado en el imaginario colectivo de México.

Sus canciones describen el caos que provocan internamente las emociones y también exhiben la conducta de una existencia desgarrada y errante por un amor. José Alfredo se convirtió por medio de sus letras en el vocero de la poesía de la desolación que va en busca de la autocompasión. Para los oyentes, algunos versos de las composiciones del guanajuatense funcionan como poesía, pues las relacionan con situaciones o secuencias personales, con emociones compartidas.

Parece que mientras no se escuchen las composiciones de José Alfredo, estas son temas musicales que permanecen en estado latente a la espera de que alguien se enamore o experimente alguna desilusión para que entonces llegue el momento de recurrir a sus cobijadoras letras –retomar las rancheras y esta especie de poesía que José Alfredo compuso– para despertar un sentimiento compartido en el que todos alguna vez podemos sentirnos inmersos.

Muerte de José Alfredo Jiménez
El compositor muere a la edad de 47 años –en el año 1973– por una cirrosis hepática, producto de las cantidades excesivas de alcohol que ingería. Sus restos descansan en una icónica tumba en el cementerio de su pueblo natal. El mausoleo está compuesto por un sombrero y un largo y colorido zarape que dentro de cada franja tiene escrita una canción del autor. Es debajo del enorme sombrero donde descansan los restos de José Alfredo con la frase “la vida no vale nada” (de su composición “Caminos de Guanajuato”).
Tumba de José Alfredo (Dolores Hidalgo, Guanajuato. Foto de @mafafasmusguitos)
Actualmente es posible visitar el panteón de Dolores Hidalgo para admirar el mausoleo y pasar un catártico y emotivo momento al brindar en honor del compositor guanajuatense acompañado de sus canciones tocadas por mariachis. Es una experiencia que recomendamos ampliamente. También es posible visitar su Casa-Museo que está en el centro de Dolores, no muy lejos del cementerio.
Casa-Museo de José Alfredo (Dolores Hidalgo, Guanajuato. Foto de @mafafasmusguitos)
Datos curiosos
-Se dice que junto a Chavela Vargas llevó serenatas a sus conquistas y a las de ella en la Ciudad de México.
- El compositor dedicó a sus seguidores la canción “Gracias” en la cual el autor confiesa lo siguiente: “Yo he ganado dinero; el dinero pues no sé ni por dónde lo tiré, pero sus aplausos esos los traigo aquí adentro, y ya no me los quita nadie, esos se van conmigo hasta la muerte"

-Se dice que en su última aparición en Dolores Hidalgo iba acompañado de un joven compositor al que apadrinó. Este joven era Juan Gabriel.

-En el 2003 salió a la venta el álbum XXX De un mundo raro que intentó acercar nuevas generaciones al autor haciendo covers con figuras del rock de ese año como Panteón rococó, El Tri, Saúl Hernández, entre otros. En el 2018 salió el álbum Un mundo raro  –dirigido por Camilo Lara– que también consiste en covers de voces muy reconocidas actualmente como Jarabe de Palo, Julieta Venegas, Lila Downs, Andrés Calamaro, Enrique Bunbury, entre muchos más.
-José Alfredo actuó en cerca de 8 películas, entre ellas Camino de Guanajuato, Pura Vida, Arrullo de Dios y El enamorado.  

-En el 2014 salió una película bajo la dirección de Jack Zagha Kababie llamada En el último trago. En ella, un trío de amigos recorren los caminos de Guanajuato para llegar al museo de José Alfredo Jiménez con la intención de cumplir el último deseo de su difunto amigo.  

-La canción “Un mundo raro” es interpretada por La Santa Cecilia en el álbum musical de Coco, la película de Disney ganadora del premio Óscar 2018 a mejor película animada.  

-En 1999 Carlos Monsiváis escribió un breve escrito en el periódico La Jornada sobre José Alfredo Jiménez.
-En el 2016 Google le dedicó un doodle por su 90º aniversario.

Top imperdibles de José Alfredo Jiménez
Es realmente muy difícil elegir solamente 7 composiciones del autor, por lo que nos basamos en la popularidad y trascendencia de las canciones para posicionarlas y –por desgracia– tuvimos que dejar fuera de esta lista joyas como “Duermase mi niño”, “Qué bonito amor” y “Vámonos”, entre otras. Esperamos sean de tu agrado.

Una de las letras más tristes de Alfredo trata sobre la historia de una relación que poco a poco se va desgastando por el distanciamiento.

“No vale nada la vida”... Esta canción se la dedica al estado de donde es oriundo, el primer verso del tema le surgió cuando murió su hermano Ignacio en Salamanca. De hecho, en la misma canción dice “no pases por Salamanca que me hiere el recuerdo”.

“¿Qué voy a hacer si deveras te quiero?”... Esta pieza es un ícono de la música mexicana, una de las más bonitas y alegres del autor, también fue interpretada por Pedro Infante y actualmente Luis Miguel la interpreta en su álbum ¡México por siempre!

4. Ella (Me cansé de rogarle)   
Este clásico que trata sobre un fracaso amoroso es uno de los temas más conocidos del cantante, la han interpretado importantes figuras de la música mexicana como Pedro Infante y Vicente Fernandez.

Otra de las canciones más icónicas del “rey” refleja en sus letras la pérdida de un amor, el cual quiere despedirse para siempre en el “último trago”.

La canción que José Alfredo dedica a un amor prohibido es, indudablemente, otra de las más populares y ha sido interpretada por diferentes artistas, entre ellos –otra vez– Luis Miguel y Vicente Fernandez.

1. El rey
Una canción fundamental  en la cultura mexicana que consagró a José Alfredo Jiménez como pieza fundamental de la música ranchera y no falta en ningún lugar donde haya un mariachi tocando.